este punto, tras una serie de cinco parábolas alusivas a la realidad del reino de Dios, es que Jesús recurre a estas como vehículo de su enseñanza, pero que las parábolas tienen que ser explicadas si se quiere alcanzar el propósito de las mismas. Ya se ha mostrado que las parábolas en sí, aunque alusivas a sencillos ejemplos de la vida cotidiana, no son capaces de provocar una misma respuesta en los oyentes. La cuestión no es de ámbito intelectivo. La importancia recae en la actitud del oyente de
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